Thomas Hobbes, nacido en 1588 en Westport, Wiltshire, fue un filósofo inglés criado por su tío tras la partida de su padre. Estudió en el Magdalen Hall de Oxford y trabajó como tutor para la familia Cavendish. Autor del famoso Leviatán, Hobbes propuso un contrato social para establecer un soberano absoluto que garantizaría orden y paz.
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Quién fue Thomas Hobbes
Hobbes nació en Westport, actualmente Malmesbury (Wiltshire), el 5 de abril de 1588. Hay pocos datos sobre su niñez. Su padre, Thomas, era vicario, pero tuvo que abandonar Londres tras un altercado, dejando a su familia al cuidado del tío paterno de Hobbes, Francis Hobbes, un comerciante solvente sin familia.
En 1603, a los quince años, ingresó en el Magdalen Hall de Oxford, precursor del Hertford College de la Universidad de Oxford. Hobbes se mostró desinteresado por la escolástica y él mismo eligió sus lecturas. Fue nombrado tutor del hijo de William Cavendish, barón de Hardwick y más tarde conde de Devonshire. Después de la muerte de su pupilo en 1628, se trasladó a Francia como tutor de Gervase Clifton, permaneciendo allí hasta 1631, cuando los Cavendish lo volvieron a contratar como tutor de otro William Cavendish.
Hobbes y su pupilo realizaron un Grand Tour por Francia, Italia y Alemania entre 1608 y 1610. Durante este viaje, Hobbes estudió el método científico. En ese momento, se enfocó en los clásicos grecolatinos y especialmente en su traducción de la Historia de la guerra del Peloponeso de Tucídides, la primera traducción directa del griego al inglés, publicada en 1628.
Hobbes trabajó brevemente con Francis Bacon. Sin embargo, no se dedicó plenamente a la filosofía hasta después de 1629. Pero, a partir de 1631 y durante siete años, Hobbes despertó su interés por la filosofía. Este periodo fue crucial, pues concibió el principio del conatus o movimiento.
Hobbes regresó a Inglaterra en 1637, pero debido al tenso clima político, se mudó a París en 1640. En 1642, escribió el tratado Elementos de ley natural y política y De cive. En 1651, Hobbes volvió a Inglaterra con el manuscrito del Leviatán, su obra más famosa, que se publicó ese mismo año.
Tras la restauración monárquica de 1660, Hobbes fue favorecido por su Carlos II con una pensión, aunque por las acusaciones de ateísmo, en 1666, sus libros fueron quemados y después de su muerte volvieron a ser quemados. En sus últimos años, tradujo la Ilíada y la Odisea de Homero.
Hobbes abordó temas políticos, sociales y geométricos. Para construir una sociedad, Hobbes proponía un contrato social, donde los individuos renuncian a ciertos deseos en favor de un soberano absoluto que, mediante derechos ilimitados, podría imponer orden y paz, monopolizando la violencia.
Hobbes murió el 4 de diciembre de 1679, a los 91 años. Fue enterrado en la iglesia de San Juan Bautista en Ault Hucknall, Derbyshire. Sus últimas palabras fueron un gran salto en la oscuridad.
Frases de Thomas Hobbes
Un hombre libre es aquel que, teniendo fuerza y talento para hacer una cosa, no encuentra trabas a su voluntad.
La vida es un perpetuo movimiento que, si no puede progresar en línea recta, se desenvuelve circularmente.
En la naturaleza del hombre encontramos tres causas principales de querella: la competencia, la desconfianza y la gloria.
Cuando dos hombres desean la misma cosa que no pueden gozar juntos se convierten en enemigos.
Si las grandes verdades hubieran tenido que esperar el voto favorable de la mayoría, nunca se hubieran conocido.
Las nociones de rectitud e ilicitud, justicia e injusticia, no tienen lugar en la guerra.
Hay muy pocos que sean tan necios que no prefieren gobernarse a sí mismos antes que ser gobernados por otros.
No buscamos la sociedad por amor a ella misma, sino por los honores o los beneficios que puede reportarnos.
Una democracia no es en realidad más que una aristocracia de oradores, interrumpida a veces por la monarquía temporal de un orador.
Los niños están dotados de razón hasta que pueden hablar; pero se les llama criaturas racionales por la posibilidad aparente de que harán uso de la razón en un tiempo futuro.
La risa no es más que la gloria que nace de nuestra superioridad.
La ciencia es el conocimiento de los efectos y de la interacción entre un hecho y otro.
El que renuncia a un derecho solamente se quita de en medio para poder gozar del mismo sin impedimento de su parte.
La base de todas las sociedades grandes y duraderas ha consistido, no en la mutua voluntad que los hombres se tenían, sino en el recíproco temor.
Las ideas estimulan la mente.
Los que aprueban una opinión, la llaman opinión; pero los que la desaprueban la llaman herejía.
De la igualdad de habilidades surge la igualdad de esperanzas en el logro de nuestros fines.
La ociosidad es la madre de la filosofía.
La guerra no consiste sólo en la batalla sino en la voluntad de contender.
Ahora voy a emprender mi último viaje, un gran salto en las tinieblas.
Al deseo, acompañado de la idea de satisfacerse, se le denomina esperanza; despojado de tal idea, desesperación.