Sun Tzu fue un general, estratega militar y filósofo de la antigua China. Su legado es su influyente tratado sobre estrategia militar: El arte de la guerra. Aunque su existencia ha sido cuestionada, su impacto en la historia y la cultura, tanto oriental como occidental, es innegable.
Índice
Quién fue Sun Tzu
Sun Tzu, cuyo nombre de nacimiento era Sun Wu, nació a fines del período de las Primaveras y Otoños de China. Tradicionalmente se le sitúa como general militar al servicio del rey Helü de Wu, a finales del siglo VI a. C. Probablemente, sus victorias militares le inspiraron a escribir El arte de la guerra, un tratado que se ha convertido en una de las obras más populares sobre estrategia.
Destacó en la guerra de Wu y Chu, participando en una serie de batallas que culminaron en la conquista de los estados vasallos de Chu. Su estrategia efectiva y su habilidad para dirigir a sus tropas se evidenciaron en la batalla de Boju, donde demostró la eficacia de sus teorías en el campo de batalla. Su éxito militar y su posterior obra, El arte de la guerra, consolidaron su reputación como un estratega brillante.
La existencia de Sun Tzu ha sido objeto de debate entre los historiadores y eruditos. También se han manifestado dudas sobre su autoría de El arte de la guerra. Inexactitudes históricas y anacronismos en el texto alimentan estas dudas.
Independientemente de los debates en torno a la veracidad de su existencia y de su autoría, El arte de la guerra es un tratado sobre estrategia militar cuya influencia se extiende más allá del ámbito militar. Políticos, empresarios, deportistas, administradores, entre otros, han adoptado las enseñanzas de Sun Tzu y las han adaptado a la planeación estratégica, el liderazgo y la toma de decisiones, convirtiéndolo en una lectura fundamental para líderes y estrategas.
Frases de Sun Tzu
Ahora, el general que gana una batalla hace muchos cálculos en su cuartel, considera muchos factores antes de que ésta se libre. El general que pierde una batalla hace pocos cálculos en su cuartel, considera pocos factores antes de que ésta se libre. Muchos cálculos llevan a la victoria, pocos cálculos llevan a la derrota.
Cualquiera que tenga forma puede ser definido, y cualquiera que pueda ser definido puede ser vencido.
Cuando las órdenes son razonables, justas, sencillas, claras y consecuentes, existe una satisfacción recíproca entre el líder y el grupo.
Cuando se está cerca, se debe parecer lejos, cuando se está lejos, se debe parecer cerca. Se muestran carnadas para incitar al enemigo. Se finge desorden y se lo aplasta.
El arte de la estrategia es de importancia vital para el país. Es el terreno de la vida y la muerte, el camino a la seguridad o la ruina.
El supremo arte de la guerra es doblegar al enemigo sin luchar.
Es imprescindible luchar contra todas las facciones enemigas para obtener una victoria completa, de manera que su ejército no quede acuartelado y el beneficio sea total.
Evitar la confrontación contra formaciones de combate bien ordenadas y no atacar grandes batallones constituye el dominio de la adaptación.
Haz que los adversarios vean como extraordinario lo que es ordinario para ti; haz que vean como ordinario lo que es extraordinario para ti.
La peor táctica es atacar a una ciudad. Asediar, acorralar a una ciudad sólo se lleva a cabo como último recurso.
Las armas son instrumentos fatales que solamente deben ser utilizadas cuando no hay otra alternativa.
Los buenos guerreros hacen que los adversarios vengan a ellos, y de ningún modo se dejan atraer fuera de su fortaleza.
Luchar con otros cara a cara para conseguir ventajas es lo más arduo del mundo.
Maniobrar con un ejército es ventajoso. Maniobrar con una multitud indisciplinada, es peligroso.
No hay ningún país que se haya beneficiado por guerras prolongadas.
Se debe ponderar y deliberar antes de hacer un movimiento. Conquistará quien haya aprendido el arte de la desviación. Tal es el arte de las maniobras.
Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla.
Si las instrucciones no son claras, las explicaciones y órdenes no son confiadas, la falta es del general.
Si no puedes ser fuerte, y sin embargo no puedes ser débil, eso resultará en tu derrota.
Si quieres fingir cobardía para conocer la estrategia de los adversarios, primero tienes que ser extremadamente valiente, porque sólo entonces puedes actuar como tímido de manera artificial.
Si tu plan no contiene una estrategia de retirada o posterior al ataque, sino que confías exclusivamente en la fuerza de tus soldados, y tomas a la ligera a tus adversarios sin valorar su condición, con toda seguridad caerás prisionero.
Si tus fuerzas están en orden mientras que las suyas están inmersas en el caos, si tú y tus fuerzas están con ánimo y ellos desmoralizados, entonces, aunque sean más numerosos, puedes entrar en batalla. Si tus soldados, tus fuerzas, tu estrategia y tu valor son menores que las de tu adversario, entonces debes retirarte y buscar una salida.
Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas.
Triunfan aquellos que saben cuándo luchar y cuándo no.
Un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después.
Un general sabio se ocupa de abastecerse del enemigo.
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