Soren Kierkegaard, nacido en una familia adinerada de Copenhague, fue influenciado por la devoción y los sentimientos de culpa de su padre. Estudió teología y filosofía en la Universidad de Copenhague. Su ruptura con Regine Olsen marcó profundamente su vida y obra. Publicó O lo uno o lo otro.
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Quién fue Soren Kierkegaard
Soren Kierkegaard nació en una familia adinerada de Copenhague. Su padre, Michael Pedersen Kierkegaard, era muy devoto y creía que sus pecados, como maldecir a Dios y posiblemente concebir a Soren fuera del matrimonio, habían provocado la ira divina. Esta concepción del pecado y la relación padre-hijo influyeron profundamente en las obras de Kierkegaard, especialmente en Temor y temblor. Michael Pedersen Kierkegaard falleció el 9 de agosto de 1838, a los 82 años, y antes de morir, pidió a Soren que se convirtiera en pastor.
Kierkegaard estudió teología en la Universidad de Copenhague, inclinándose más hacia la filosofía y la literatura. Su disertación universitaria, Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, fue elogiada aunque se consideró demasiado literaria para ser un trabajo filosófico. Se graduó en 1841 con un título equivalente a un doctorado. Gracias a la herencia familiar, pudo financiar la publicación de sus primeras obras.
Uno de los eventos más influyentes en la vida de Kierkegaard fue la ruptura de su compromiso con Regine Olsen. Conoció a Regine en 1837 y se enamoraron profundamente. Sin embargo, después de declararse en 1840, Kierkegaard se desilusionó con el matrimonio y rompió el compromiso en 1841. Posteriormente, ella se casó con Johan Frederik Schlegel y se mudaron a las Indias Occidentales Danesas. Kierkegaard nunca superó la separación, y su amor por Regine influyó en muchas de sus obras.
Kierkegaard escribió O lo uno o lo otro, publicada en 1843, que criticaba a Hegel. Sus escritos como Migajas filosóficas y El concepto de la angustia tratan sobre las emociones humanas, contribuyendo a la psicología existencial.
En sus últimos años, criticó la superficialidad del público y la decadencia del cristianismo. Escribió varias obras al respecto, como Discursos cristianos y Las obras del amor. Su obra La enfermedad mortal aborda la angustia existencial e influyó en filósofos como Heidegger y Sartre. Falleció el 11 de noviembre de 1855 tras un mes en el hospital, donde rechazó la asistencia de un pastor.
Frases de Soren Kierkegaard
Debo encontrar una verdad que sea verdad para mí.
Si te casas lo lamentarás. Si no te casas, también lo lamentarás.
Los dioses no regalan grandezas. Nada verdaderamente grande se obtiene gratis.
¿Quién puede bajar los ojos como una mujer? ¿Y quién sabe alzarlos como ella?
El ser humano es una síntesis de lo temporal y lo eterno, de lo finito y lo infinito.
Quien no pueda humillarse ante sí y ante su amada, no ama.
El amor es sacrificio, éste sólo es posible cuando se emerge de sí propio para vivir en el otro.
Cuando se cultiva con actividad la memoria, el alma se enriquece de ingentes particularidades que distraen el recuerdo.
Vivir en el recuerdo es el modo de vida más perfecto que se pueda imaginar.
Es menester un gran idealismo para arrepentirse de verdad, singularmente para arrepentirse pronto.
Los más bellos matrimonios son aquellos que no han sido determinados por ningún porqué; cuantos menos porqués, tanta más sinceridad, tanto más amor.
El yo no es algo que es, sino algo que será. Es una tarea.
Cada vez que el análisis quiere asir el arcano de amor, no percibe sino contradicciones.
Me siento como si fuera una pieza en una partida de ajedrez, cuando mi oponente me indica: esa pieza no puede ser movida.
¡Qué irónico es que precisamente por medio del lenguaje un hombre pueda degradarse por debajo de lo que no tiene lenguaje!
El grado de pudor de una persona mide exactamente su valor espiritual.
El caballero de la fe está solo en todo momento.
La oración no cambia a Dios, pero sí cambia a quien ora.
Fe y duda no son dos géneros de conocimiento: son pasiones contrarias.
La angustia es el vértigo de la libertad.
En ninguna cosa la infidelidad es más innoble y repugnante que en el amor.
La vida no es un problema que tiene que ser resuelto, sino una realidad que debe ser experimentada.
La fe es la pasión por lo posible y la esperanza es el acompañante inseparable de la fe.
… de muchachas muy habituadas al mundo no hay generalmente mucha cosa que llevarse.
Si la inocencia en el hombre es algo negativo, en la mujer es la esencia de la vida.
No hay ningún estado social que no tenga sus costumbres y, por lo tanto, sus mentiras convencionales.
La mujer cree ser la conquistada; el hombre, el vencedor. Y con todo, el vencedor se inclina delante de la vencida.
Yo creo que se podría vivir continuamente absorto en la contemplación de un ser femenino.
Hay besos estridentes, vibrantes, sonoros, crepitantes, chirriantes, sordos, ahogados, que crujen como seda, etcétera, etc.
… el beso pierde todo su valor y significación. Es lo que acontece con el beso de uso doméstico, cambiado entre cónyuges, que sirve a marido y mujer para limpiar la boca a modo de servilleta, y suena como un “buen provecho” al levantarse de la mesa.
¿Se puede desear alguna cosa en el momento que la poseemos? Si, cuando se recela perderla un momento después.
Es la resistencia habitual de los seres femeninos, porque es propio de la naturaleza de la mujer entregarse bajo la forma de resistencia.
Hay quien dice que la honestidad no basta para vivir. Y yo sustento que la honestidad no basta cuando se quiere amar aciertas muchachas.
Saber hacer del amor algo absoluto, delante de lo cual todo lo demás pierda su valor, es absolutamente necesario.
Mi orgullo caballeresco encuentra despreciable el hacer promesas.
Amar a una sola es muy poco; amar a todas es ser superficial; pero conocernos a nosotros mismos y amar a cuantas no sea posible, saber ocultar en nuestra propia alma las potencias del amor, de modo que ésta se alimente de ellas, que nuestra conciencia abrace el todo, ¡eso sí es el placer, eso sí es la vida!
¿Qué placer puede haber en un amor que no encierre en sí el abandono absoluto de una de las dos partes?
Generalmente se quiere gozar de una muchacha como quien saborea una copa de champagne en el momento que espumea.
Obtener lo bello es siempre difícil; es fácil alcanzar lo interesante. Pero siempre es bueno aproximarnos a las dos cosas cuanto nos sea posible.
La mayor parte de los hombres se precipitan como locos en el camino del amor, se hacen novios y cometen otras liviandades semejantes, de modo que lo único que consiguen es es tragarlo todo en un instante, sin siquiera tener grabado en su espíritu ni lo que conquistaron ni lo que perdieron.
¡Qué hermoso es sentirnos enamorados, y qué raro es saberlo!
Mi provisión será un poco limitada, pero cuanto mayor es la esperanza de vencer, mayor es el premio.
La vida sólo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando hacia adelante.
El tirano muere y su reino termina. El mártir muere y su reino comienza.
La puerta de la felicidad se abre hacia dentro, hay que retirarse un poco para abrirla: si uno la empuja, la cierra cada vez más.
Si realmente el periodo de noviazgo es el más bello de todos, ¿por qué se casan los hombres?
Toma consejo de tu enemigo.