El horario de verano consiste en adelantar los relojes en primavera y retrasarlos en otoño, tiene como propósito el ahorro de energía aprovechando la iluminación natural.
Supongamos que estamos situados en el hemisferio norte, en verano los días son más largos y las noches son más cortas producto del ángulo de inclinación que presenta el eje de rotación respecto al Sol.
La duración de los días y de la luz solar se incrementa desde el Ecuador hasta el Polo Norte. Durante el solsticio del 21 de junio el Polo Norte se encuentra iluminado las 24 horas del día.
Lo contrario sucede en el hemisferios sur, las noches son más largas que los días, pero ahí es invierno. El solsticio del 22 de diciembre marca el inicio del verano en el hemisferio sur, entonces, las condiciones son las opuestas en cada hemisferio.
Los días son más largos que las noches en el hemisferio sur, lo contrario sucede en el hemisferio norte. La duración de los días se incrementa desde el Ecuador hasta el Polo Sur.
El horario de verano tiene la intención de aprovechar estas condiciones para el ahorro de energía. El primero en proponer el horario de verano fue Benjamín Franklin.
Durante la Primera Guerra Mundial se utilizó este horario para ahorrar carbón, en la Segunda Guerra Mundial también supuso un ahorro de energía.