Cayo Julio César fue un político y militar romano clave en la transformación de la República Romana. Proveniente de una familia patricia. Se destacó como cónsul, formó el Primer Triunvirato con Pompeyo y Craso. Conquistó la Galia y desencadenó una guerra civil cruzando el Rubicón. Tras victorias decisivas, fue nombrado dictador perpetuo, pero fue asesinado en 44 a.C., provocando nuevas guerras civiles.
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Quién fue Julio César
Cayo Julio César (100 a.C. – 44 a.C.) fue un destacado político y militar romano del siglo I a.C., conocido por su influencia en la transformación de la República Romana. Proveniente de la gens Julia, una familia patricia con limitados recursos económicos, César se relacionó con figuras influyentes como su tío Cayo Mario.
A los 16 años, Lucio Cornelio Cinna lo nombró flamen Dialis, un cargo religioso del que fue removido por Sila, debido a su matrimonio con la hija de Cinna. Tras escapar a un intento de asesinato por los sicarios de Sila, fue perdonado gracias a la intervención de los parientes de su madre.
Después de trasladarse a la provincia de Asia y combatir en Mitilene, César regresó a Roma tras la muerte de Sila en 78 a.C. En 73 a.C., sucedió a Cayo Aurelio Cota como pontífice y estableció relaciones con los cónsules Pompeyo y Craso, quienes facilitaron su carrera política. En 70 a.C., sirvió como magistrado en la Hispania Ulterior y posteriormente como edil curul en Roma.
En 63 a.C., César fue elegido pretor urbano, y al morir Quinto Cecilio Metelo Pío, fue elegido pontifex maximus. Tras su pretura, lideró una breve campaña militar en Hispania. En 59 a.C., fue elegido cónsul con el apoyo de Pompeyo y Craso, con los que formó el Primer Triunvirato. Durante su consulado, promovió una serie de reformas legales, incluida una ley agraria para distribuir tierras a los veteranos.
Posteriormente, fue designado procónsul de la Galia Transalpina, Iliria y la Galia Cisalpina. En la guerra de las Galias, sometió a los pueblos celtas y extendió el dominio romano sobre territorios que hoy comprenden Francia, Bélgica, Países Bajos y parte de Alemania. Sin embargo, sus enemigos en Roma intentaron despojarlo de su ejército y cargos. En respuesta, César cruzó el Rubicón, iniciando una guerra civil contra los optimates liderados por Pompeyo.
César logró victorias decisivas en Farsalia, Tapso y Munda. Enfrentó conflictos en Zela y Alejandría. Después, regresó a Roma para ser nombrado cónsul y dictador perpetuo. Sus reformas fueron motivo de prosperidad. A pesar de ello, algunos senadores lo veían como un tirano. En los idus de marzo del 44 a.C., fue asesinado por una conspiración en la que participaron Marco Junio Bruto, Cayo Casio Longino, Cayo Trebonio y Décimo Junio Bruto Albino.
Su muerte desencadenó un periodo de guerras civiles, donde sus partidarios, Marco Antonio, Octavio y Lépido, formaron el Segundo Triunvirato al vencer a los asesinos de César en la batalla de Filipos. Eventualmente, Octavio derrotó a Marco Antonio en Accio y se convirtió en el primer emperador romano, Augusto.
Frases de Julio César
Es más fácil encontrar hombres voluntarios para morir, que encontrar aquellos que están dispuestos a soportar el dolor con paciencia.
Como una regla, el hombre se preocupa más por lo que no puede ver que por lo que puede.
Es mejor crear que aprender. La creación es la esencia de la vida.
La experiencia es la maestra de todas las cosas.
Nada es tan difícil que no se pueda conseguir con fortaleza.
Divide y obtén el poder.
En la guerra, los eventos de importancia son el resultado de causas triviales.
Si tienes que romper la ley, hazlo para tomar el poder: en los demás casos obsérvala.
Solo los cobardes son valientes con las mujeres.
Amo la traición, pero odio al traidor.
Los cobardes mueren muchas veces antes de sus muertes reales.
El hombre en general es rápido para creer lo que desearía que fuera cierto.
Es ley de guerra que los vencedores traten a los vencidos a su antojo.
Amo el nombre del honor, más de lo que temo a la muerte.
Apresúrate despacio.
Nadie es tan valiente que no se ve perturbado por algo inesperado.
Lo que deseamos, lo creemos fácilmente y lo que pensamos, imaginamos que otros piensan.
La fortuna, que tiene un gran poder en otras materias, pero especialmente en la guerra, puede traer grandes cambios en una situación a través de fuerzas muy ligeras.
¿Qué muerte es la preferible por todos? La inesperada.
Nada es más fácil que censurar a los muertos.
No son estos hombres bien alimentados y con pelo largo los que temo, sino el pálido y el hambriento.