Erasmo de Róterdam fue un filósofo, humanista y teólogo neerlandés. Crítico de los abusos de la Iglesia Católica, abogó por reformas manteniéndose alejado de figuras como Lutero y Calvino, reconociendo la autoridad papal. Erasmo destacó por sus ediciones del Nuevo Testamento y obras como Elogio de la locura y Adagios.
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Quién fue Erasmo de Rotterdam
Erasmo de Róterdam, nacido el 28 de octubre de 1466 en Róterdam o Gouda y fallecido el 12 de julio de 1536 en Basilea, fue un destacado filósofo, humanista, filólogo y teólogo cristiano. Erasmo señaló los abusos de la Iglesia Católica y abogó por reformas, pero se distanció de figuras como Lutero, Enrique VIII y Juan Calvino, y siempre reconoció la autoridad del Papa.
Desde su nacimiento fue conocido como Erasmus, nombre derivado de San Erasmo, muy venerado en el siglo XV. Su padre, Gerard, era sacerdote, y su madre, Margaretha Rogerius.
A los nueve años, Erasmo fue enviado a la escuela de los Hermanos de la Vida Común en Deventer, donde se familiarizó con el movimiento espiritual de la devotio moderna y aprendió latín y griego. A los dieciocho, ingresó en el monasterio de Emmaus de Steyn de los Canónigos Regulares de San Agustín, donde profesó en 1488 y fue ordenado sacerdote en 1492. Posteriormente, estudió teología en la Universidad de París, donde su pensamiento humanista comenzó a desarrollarse.
Viajó a Londres en 1499 y conoció a John Colet, quien influyó profundamente en su pensamiento humanista. En 1500, publicó sus Adagios, una colección de refranes y moralejas que recopiló a lo largo de su vida. Durante su tiempo en Inglaterra, entabló amistad con figuras como Tomás Moro y John Fisher, y fue profesor en la Universidad de Cambridge, aunque su naturaleza inquieta lo llevó a declinar varios puestos académicos permanentes.
Entre 1506 y 1509, Erasmo vivió en Italia, donde trabajó en una imprenta y recibió el título de doctor en teología. Rechazó varias ofertas de trabajo permanentes, prefiriendo la libertad y autonomía.
Desarrolló un rechazo hacia el autoritarismo en las instituciones educativas y religiosas. Criticó la escolástica. Influido por sus amigos de los monasterios agustinos y por John Colet, buscó modernizar y aplicar los conocimientos clásicos a la sociedad contemporánea. Este espíritu crítico y reformista lo acompañó toda su vida y le generó conflictos con las autoridades eclesiásticas.
No conoció personalmente a Martín Lutero, pero su traducción del Nuevo Testamento fue una fuente de inspiración para el reformador alemán. Aunque compartía algunas críticas de Lutero hacia la Iglesia, Erasmo se mantuvo neutral, defendiendo su independencia intelectual y rechazando tomar partido. Esta postura le valió críticas tanto de católicos como de protestantes. Su obra De libero arbitrio diatribe discutió la libertad humana en respuesta a Lutero, mostrando su compromiso con una reflexión equilibrada y crítica. Aunque sufrió presiones de ambos bandos en la Reforma, mantuvo su posición independiente.
Pasó sus últimos años en Friburgo de Brisgovia, donde concluyó una de sus obras más importantes el Eclesiástico, afirmando que predicar es el único oficio importante de la fe católica. En su última obra, Preparación para la muerte, asegura que una vida íntegra y honesta es la única condición para una muerte feliz.
Erasmo murió en Basilea el 12 de julio de 1536. Fue enterrado en la Catedral de Basilea, respetado por comunidades tanto católicas como protestantes. Su lema, Cuando tengo un poco de dinero, me compro libros. Si sobra algo, me compro ropa y comida, refleja su dedicación al estudio.
Frases de Erasmo de Rotterdam
La filosofía es una meditación de la muerte.
La felicidad consiste principalmente en conformarse con la suerte; es querer ser lo que uno es.
El que conoce el arte de vivir consigo mismo ignora el aburrimiento.
La verdadera amistad llega cuando el silencio entre dos parece ameno.
El placer no es placer cuando arrastra consigo una mala fama y una conciencia acusadora.
El hombre inteligente no orina contra el viento.
Para el hombre dichoso todos los países son su patria.
Una buena gran parte del arte del bien hablar consiste en saber mentir con gracia.
Reírse de todo es propio de tontos, pero no reírse de nada lo es de estúpidos.
En el estudio no existe la saciedad.
La sabiduría de este mundo es la madre y raíz de todos los males.
La paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa.
Los hijos de los personajes más notables y renombrados suelen resultar calamitosos para la comunidad.
La mujer es, reconozcámoslo, un animal inepto y estúpido, aunque agradable y gracioso.
El colmo de la estupidez es aprender lo que se ha de olvidar.