Mateo Alemán, destacado escritor español del Siglo de Oro, nació en 1547 en Sevilla. Hijo de Hernando Alemán, médico de la Cárcel Real de Sevilla, estudió en el Colegio de Santa María de Jesús. En 1571, se casó con Catalina de Espinosa. En 1599, publicó Guzmán de Alfarache, una novela picaresca muy exitosa.
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Quién fue Mateo Alemán
Mateo Alemán fue un destacado escritor español del Siglo de Oro, nacido en septiembre de 1547 en Sevilla, el mismo año que Miguel de Cervantes. Hijo de Hernando Alemán, médico de la Cárcel Real de Sevilla, y de una madre descendiente de un comerciante con raíces florentinas.
En 1564, Alemán se graduó en Artes y Teología en el Colegio de Santa María de Jesús, que luego se convertiría en la Universidad de Sevilla. Ese mismo año, decidió seguir los pasos de su padre e inició sus estudios de medicina.
En 1571, Mateo Alemán contrajo matrimonio con Catalina de Espinosa. Se especula que este matrimonio fue el resultado de una deuda contraída por Alemán, en la cual se estipulaba que, de no poder pagar a tiempo, se casaría con Catalina. De esta unión no se conocen descendientes, pero se sabe que Alemán tuvo tres hijos con otra mujer, Francisca Calderón. Hacia 1573, comenzó a trabajar para Hacienda en Sevilla.
En 1580, Mateo Alemán decidió estudiar leyes, pero su situación financiera se complicó significativamente, llevándolo a la cárcel por deudas. Pasó dos años encarcelado antes de ser liberado y, tras su salida, trabajó como juez visitador.
El año 1599 fue un punto de inflexión en su carrera literaria con la publicación en Madrid de Guzmán de Alfarache, una novela picaresca que se convirtió en un gran éxito. Esta obra, caracterizada por su tono pesimista y misantrópico, tuvo un impacto significativo en la literatura europea y fue traducida a varios idiomas antes de finalizar la primera mitad del siglo XVII.
A pesar de su éxito literario, Alemán continuó enfrentando problemas económicos y legales. En 1602, fue encarcelado nuevamente debido a sus deudas, pero fue liberado gracias a la intervención de su pariente Juan Bautista del Rosso.
Su capacidad para continuar escribiendo y publicando no se vio mermada por estos contratiempos, y en 1604, publicó en Lisboa la Atalaya de la Vida Humana, la segunda parte de Guzmán de Alfarache, que consolidó aún más su reputación como escritor.
En 1608, buscando nuevas oportunidades y quizás un nuevo comienzo, Alemán obtuvo permiso para viajar a la Nueva España, el actual México. Llegó al puerto de San Juan de Ulúa el 19 de agosto de ese año. Este traslado marcó el último capítulo de su vida. Falleció en la Ciudad de México en 1614.
Frases de Mateo Alemán
El alma triste en los gustos llora.
No hay palabra ni pincel que llegue a manifestar amor de padre.
La juventud no es un tiempo de la vida, es un estado del espíritu.
El socorro en la necesidad, aunque sea poco, ayuda mucho.
A quien las buenas obras no aprovechan y las tiernas palabras no mueven, las malas le domen con duro y riguroso castigo.
Deben buscarse los amigos como los buenos libros. No está la felicidad en que sean muchos ni muy curiosos; sino pocos, buenos y bien conocidos.
Tengo a mayor delito preciarse del mal que haberlo hecho.
No hay mujer tan alta que no huelgue ser mirada, aunque el hombre sea muy bajo.
Debe desear todo hombre vivir para saber, y saber para bien vivir.
No hay batalla tan sangrienta ni tan trabada escaramuza como la que trae la mocedad consigo.
Quien no tiene necesidades propias, mal se acuerda de las ajenas.
La soberbia ataca con dos dardos: la ira y la envidia.
Es de mayor estimación lo poco que el sabio sabe, que lo mucho que el rico tiene.
La contraria fortuna hace a los hombres prudentes.
El deseo vence al miedo, atropella inconvenientes y allana dificultades.
No entres donde libremente no puedas salir.
Consejo sin remedio es cuerpo sin alma.
Sufrimiento y paciencia quieren las cosas, para que pacíficamente se alcance el fin de ellas.
Suelen decir que el hombre que apetece soledad tiene mucho de dios o de bestia.
La sangre se hereda, el vicio se apega.