Henri-Frédéric Amiel, filósofo suizo del siglo XIX, fue conocido por su obra Diario íntimo. Nacido en Ginebra en 1821, su infancia estuvo marcada por la muerte de sus padres. Destacó en sus estudios de filosofía, psicología y filología en universidades europeas. Nombrado profesor en la Academia de Ginebra en 1849.
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Quien fue Henri Fréderic Amiel
Henri-Frédéric Amiel fue un destacado filósofo, moralista y escritor suizo, célebre por su obra titulada Diario íntimo. Nacido en Ginebra en 1821, provenía de una familia hugonote que se estableció en Suiza tras la revocación del Edicto de Nantes.
Su infancia estuvo marcada por tragedias familiares, como la muerte de su madre por tuberculosis cuando tenía once años y el suicidio de su padre dos años después. A los trece años, junto con sus dos hermanas menores, fue acogido por su tío Frédéric Amiel y su esposa Fanchette.
Amiel demostró ser muy talentoso en sus estudios y viajó por varios países europeos, incluyendo Suiza, Italia, Francia y Bélgica. Se destacó en filosofía, psicología, teología y filología, estudió en las universidades de Heidelberg y Berlín. En 1849, fue nombrado profesor de estética en la Academia de Ginebra y, desde 1854 hasta su fallecimiento, ocupó la cátedra de filosofía moral.
Su obra más conocida, el Diario íntimo, escrito a lo largo de su vida y publicado, póstumamente, por su amigo Edmond Schérer, ejerció una gran influencia en otros escritores como, por ejemplo, León Tolstoy.
Amiel osciló entre el pesimismo y el idealismo alemán. Falleció en 1881 y fue enterrado en el cementerio de Clarens, en el cantón de Vaud.
Frases de Henri Fréderic Amiel
Se entiende a las mujeres como se entiende el lenguaje de los pájaros: por intuición o de ninguna manera.
Tu cuerpo es templo de la naturaleza y del espíritu divino. Consérvalo sano; respétalo; estúdialo; concédele sus derechos.
Para ver algo con precisión hay que mirarlo dos veces; para ver su belleza no hay que mirar más que una vez.
La mujer es la salud o la perdición de la familia. Ella lleva el destino de la misma en los pliegues de sus vestidos.
El liberalismo se alimenta de abstracciones, puesto que crece posible la libertad sin individuos libres.
La destreza nos ayudará en todo, pero no nos bastará para nada.
Nada importa el futuro cuando uno está en paz con su conciencia y tiene su espíritu reconciliado y en orden.
Dime lo que crees ser y te diré lo que no eres.
Cuida tu reputación, no por vanidad, sino para no dañar tu obra, y por amor a la verdad.
¿Qué cosa es la locura? Es la ilusión elevada a la segunda potencia.
La duda en el amor acaba por hacer dudar de todo.
El cielo, el infierno y el mundo entero, está en nosotros.
Cuanto más se ama más se sufre.
El hombre se eleva por la inteligencia, pero no es hombre más que por el corazón.
Mil cosas avanzan. Novecientas noventa y nueve retroceden. Esto es el progreso.
La bondad es el principio del tacto, y el respeto por los otros es la primera condición para saber vivir.
¿Qué es un espíritu cultivado? Es el que puede mirar las cosas desde muchos puntos de vista.
El destino puede seguir dos caminos para causar nuestra ruina: rehusarnos el cumplimiento de nuestros deseos y cumplirlos plenamente.
Sin pasión, el hombre sólo es una fuerza latente que espera una posibilidad, como el pedernal el choque del hierro, para lanzar chispas de luz.
Lo bello es superior a lo sublime, porque es permanente y no sacia, mientras que lo sublime es relativo, pasajero y violento.
Saber envejecer es la obra maestra de la sabiduría y una de las partes más difíciles del gran arte de vivir.
Morir desilusionado es la mayor de las aflicciones.
Mira dos veces para ver lo justo, no mires más que una vez para ver lo bello.
Una manera laboriosa de no ser nada, es serlo todo; de no querer todo; de no querer nada, es quererlo todo.
El que desprecia demasiado, se hace digno de su desprecio.
Vivir es querer sin descanso o restaurar cotidianamente la propia voluntad.
La crítica convertida en sistema es la negación del conocimiento y de la verdadera estimación de las cosas.
El tiempo no es sino el espacio entre nuestros recuerdos.
Si existe algún conflicto entre el mundo natural y el moral, entre la realidad y la conciencia, la conciencia es la que debe llevar la razón.
El deber es ser útil, no como se desee, sino como se pueda.
Toda necesidad se calma y todo vicio crece con la satisfacción.
Un error es peligroso en proporción a la cantidad de verdad que contiene.
La verdadera humildad consiste en estar satisfecho.
La paz de hecho no es la paz de principio.
No niego los derechos de la democracia; pero no me hago ilusiones respecto al uso que se hará de esos derechos mientras escasee la sabiduría y abunde el orgullo.
La vida es un aprendizaje de renunciamiento progresivo, de continua limitación de nuestras pretensiones, de nuestras esperanzas, de nuestra fuerza, de nuestra libertad.
Vivimos mientras nos renovamos.
La vida no es más que un tejido de hábitos.
El niño ve lo que somos a través de los que queremos ser; de ahí viene su reputación de fisonomista.
El hombre que pretende ver todo con claridad antes de decidir, nunca decide.